Esto que escribo es para ti y lo hago con la enorme sonrisa que siempre dibujaste en mi cara.
Me lo pides y yo te lo doy, como negarle algo a quien me demostró que existe la magia sin trucos.
Ternura infinita. “Siempres” que nada más pronunciarse sabes que son verdad ¿cuántos años han pasado? ¿Mil? Porque yo no sé contar y tú… tú hacías como si tampoco supieras.
Un cruce de caminos en el que colisionamos porque yo iba mirando las nubes y tú… yo creo que tú mirabas más allá todavía.
Y de esa colisión entramos en un estado de sopor de la mano; cantarines, volátiles, comunicándonos sin palabras, riéndonos sin chistes, sabiéndonos sin estudiarnos.
Despertamos del coma y retomamos destinos muy diferentes porque así tenía que ser y no hacían faltas por qués.
Y después de esos ¿mil años? sigues estando en mí sin tu presencia y sé que sigo estando en ti sin la mía.
Pero basta con que me asome por si te veo para que aparezcas por si te necesito.
💙 💙