Tengo la ventana abierta y a través de ella se cuelan olores estivales y sonidos de pedacitos de vida de un Madrid insomne, puede que sean más infrecuentes y débiles a medida que avanza la noche pero la verdad es que la palabra silencio no es palabra para este Madrid que tanto amo.
Y ahora (en otra época de mi vida) se sucederían las horas en las que todo está cansado y el más débil de los ruidos excitaría mis sentidos de por sí excitados, llegarían las horas en las que resulta imposible escabullirse de una misma, recuerdos y temores que no eliges tener pero que se imponen con inquietante proximidad, ideas tan brillantes como delirantes cuando las ilumina la luz del día.
La debilidad del sueño que no trae consigo el dormir, te enfrenta sin poder poner resistencia, a pensamientos disparatados, inútiles, circulares y deformes.
En algún momento de mi vida asumí vencida, que el insomnio sería mi más fiel compañero de viaje, sin embargo hace mucho tiempo ya QUE DECIDÍ con determinación y unilateralmente ACABAR CON ESA RELACIÓN cuando me di cuenta de que ÉL NUNCA LO HARÍA.
En esta noche de obligado desvelo, os deseo dulce madrugada a mis comprendidos insomnes y buenos días al resto.