Hay días que son un auténtico desastre…
Empezó con muchísimo sueño y un pensamiento recurrente: «El mundo puede funcionar perfectamente sin mi, hoy no voy, que pasen lista que me da igual»
Le siguió una ira irracional hacia todas esas personas a las que tienes que rendir cuentas de tu existencia cuando caes en que no puede ser, que no es tan fácil.
A cámara lenta llegué al baño y el espejo me devolvió la versión 0 de lo que mi imagen puede llegar a dar de sí.
¿Cómo voy a afrontar un día entero con estas ojeras y este dolor de cabeza y este cansancio…?
Le siguió un café que no tomé porque me había quedado sin azúcar y sin miel y no soy chica dura que pueda tomar el café solo.
Así que no me quedó más remedio que acudir a un pensamiento muy Zen: «no pasa nada María, no tiene por qué ser un día de mierrda, todo depende de tu actitud» y recordé un cuento de la citada corriente filosófica.
Con mi cuento en mente decidí salir a la calle a comerme un mundo que hoy me comió a mi.
¿Por qué? Pues no lo sé, pero los días como hoy vuelvo a creer, recobro la fe, porque es imposible que tal cúmulo de desastres sean obra del azar o la casualidad.
Desde estas horas de la madrugada os deseo un muy feliz Martes!!
Hoy sí que tengo miel para el café, actitud chic@s, actitud!! 😉 💙💙
(Fotografía de Chema Madoz)