Voy de camino a mi cita con vosotros después de tanto tiempo sin escribir.
Pero no podía arrancar el año sin vosotros y sin lanzar al aire mi deseo de que sigamos juntos durante todo el recorrido que nos espera en este 2018.
Gracias de corazón a todos los que seguís ahí a pesar de haber estado tanto tiempo en silencio.
Estoy nerviosa ante este reencuentro… respiro hondo tratando de deshacer ese nudo que se me ovilla en el estómago. Me cuestan los reencuentros.
Tiendo a acelerarme al principio creando un barullo de frases inacabadas, como queriendo soltarlo todo de golpe para “ponernos al día” rápidamente y hacer con todo ello un montoncito, retirarlo a un lado de la mesa con el brazo, y volver cuanto antes aquí, ahora, a esta noche de lluvia, que al menos en Madrid no termina de arrancar (qué envidia me dais los que estéis por el norte disfrutando de paisajes invernales).
Vuelvo a respirar hondo… ¡vamos allá!
En el último post que escribía en Abril os contaba que la astenia primaveral se había apoderado de mi, dejándome en un estado soporífero, en ese estado había algo más: había agotamiento, profundo dolor y miedo.
Poco después falleció mi madre el 19 de Junio y en mi vida se hizo el silencio y el vacío. Desaparecieron las palabras, nada que decir. Quien me iba a decir a mi (parlanchina por naturaleza) que me quedaría muda.
Demasiadas emociones juntas en un espacio en el que ya no cabían más.
A pesar de la absurda pretensión y auto-exigencia de querer seguir como si tuviera que ser ejemplo de fortaleza y superación, mi cuerpo y mi mente (mucho más inteligentes que yo) decidieron que tocaba parar.
No hay un manual de cómo debes sentirte y qué debes hacer, dependiendo del momento de cada cual, las vivencias por las que pasamos provocan efectos diferentes.
El único manual es permitirte sentir lo que de manera natural sientas sin juzgar ni dudar sobre si será o no normal o cuál será la mejor forma de proceder.
En mi caso, me quedé parada y entré en un modo “escucha de verdad” a los demás, aunque solo fuera por puro agotamiento de andar pensando qué iba a decir después, no me daba de sí ya la energía; y también al escucharme a mí misma sin ir a las mil revoluciones habituales, he entrado en un terreno curioso, diferente, de momento un poco “en tierra de nadie”, ya no me sirven muchas de las creencias sobre las que caminaba y todavía no han venido a sustituirle las nuevas, aunque ya las avisto.
En reformas.
Pero todas las vivencias duras que desestabilizan los cimientos que creías firmes y que dejan a la intemperie nuestra fragilidad, traen junto al dolor un regalo que cada uno abre y aprecia a su manera, pero para mi es de una fortaleza inmensa.
Ahora vamos a por éste 2018!!!
En el que:
Entrarán personas en nuestra vida que nos harán pensar: “¿cómo pudimos vivir hasta ahora sin ellas?”
Saldrán otras que nos harán pensar: “¿cómo pudimos mantenerlas tanto tiempo cuando sobraban desde hacía mucho?”
Nos esperan risas, momentos de calma, éxitos, errores, momentos que nos harán perder los papeles y otros que nos harán volar muy alto.
Yo le voy a pedir: claridad para ir eligiendo con acierto con quien compartimos nuestro preciado tiempo. Porque elegir a las personas adecuadas alivia lo negativo y multiplica lo positivo.
Y a vosotros os elijo siempre.
💙💙💙