Las ventanas iluminadas en la noche siempre me han provocado una sensación confortable de hogar, de reencuentro con quien amas, (ya sea otra persona o contigo mismo).
Un hogar solo necesita tener una cualidad: que sea un lugar al siempre quieres volver.
Es el momento de desplomarse en el sofá, el momento de las caricias que curan los arañazos del día, el de evadirse con tus placeres y descansar.
Yo ya me sumerjo en un librito fantástico que estoy leyendo sobre Japón (del que os contaré algún extracto porque merece mucho la pena)
Os dejo un abrazo y dulces sueños con este precioso cuadro de Atkinson Grimshaw.
💙💙