Bueno, pues ya estamos de vuelta la mayoría, excepto algunos privilegiados. ¡Bienvenidos todos a un nuevo Septiembre!
Pero antes de sumergirnos en Septiembre a mí me gustaría hacer un flash back en el tiempo y volver al inicio de nuestras vacaciones:
Vayámonos al primer día de nuestras vacaciones a ver qué nos encontramos por la maleta:
Veo una sonrisa más amplia, unas nuevas piernas dispuestas a andar como si no hubiera un mañana, un estómago más valiente que se atreve con todo, sombrero no apto para cualquier otra situación, gafas multicolor, estiramiento de cuello para mirar a lo alto, apertura de ojos al máximo (y/o de cámaras fotográficas), exclamaciones admirativas y un pequeño filósofo existencial que sale en cuanto nos descuidamos.
Ah, también llevamos la frase: “¡qué a gusto se está aquí por dios!, ¡esto es vida!”
Como las vacaciones son una maravilla se me ocurre que podríamos intentar algo: ¿por qué no nos ponemos todos los días el equipaje de la maleta de vacaciones y nos transformamos en turistas mientras caminamos hasta nuestro puesto de trabajo? ¿Por qué no reparamos en esa tiendecita encantadora que hay a la vuelta de la esquina, ¿por qué no entramos en una galería de arte mientras nos dirigimos a casa o a la compra? ¿Por qué no vamos a tapear un miércoles sin más o filosofamos sobre la vida dónde nos pille? y nos repetimos a cada momento: «¡Pero que a gusto se está aquí por dios!»
Piensa en todo lo que te gusta de tus vacaciones y trae a tu día a día todos los trocitos que puedas echándole imaginación:
Os voy a contar una historia bonita: Hace unos dos años una paciente de 62 años que conserva la mirada de una niña, me contaba cómo se había montado un picnic en el salón de su casa porque a su pareja le encantaba el campo y no podían salir: retiró los muebles, colocó un mantel de cuadros en el suelo, esparció hojas alrededor, puso sonidos de naturaleza y hasta en un momento de la velada soltó dos hormigas en la tortilla; su pareja era su marido desde la adolescencia y no podía dejar de mirarla con la mirada de entonces.
Cuando pienso en algunos de los que podéis leer este post sé que ya lo hacéis, pero quería escribir esto como un “post it” para recordarnos que podemos programar nuestra mirada y nuestra predisposición a disfrutar.
Si quieres una ayudita observa a un niño atentamente y trata de imitar dos cosas: su mirada de sorpresa ante todo y la concentración absoluta con la que vive el “ahora”.
¿Difícil verdad? Pues es para lo que estamos programados de serie y olvidamos con los años.
Feliz regreso de vacaciones 💙 💙 💙