A mi Madre

Gracias por hacer que mi mundo fuera siempre un lugar seguro, sin grietas por la que pudiera colarse el frío. Tal vez lo conseguiste no mostrando nunca sufrimiento ni miedos aunque tú los padecieras por dentro.
Gracias por respetar mi timidez infantil y mi necesidad de espacio en la adolescencia sin juzgar ni lo uno ni lo otro.
Gracias por cubrirme «cosillas» ante papá.
Gracias por decirme que estaba mona con cualquier cosa que me pusiera, incluso valorando como «originalidad» vestimentas y peinados imposibles.
Gracias por no compararme con la hija de Fulanito de tal.
Gracias por ver siempre el lado bueno de las personas.
Gracias por no decirme nunca » tú puedes MAS», lo que yo era ya era suficiente y maravilloso.
Gracias por trasmitirme sin palabras lo orgullosa que estabas de mi.
Gracias por tus cartas sobre la cama con alguna falta de ortografía, cuando llegaba de madrugada y temías que estuviera dando malos pasos.
Por esperarme en la ventana hasta que llegaba y hacerte la dormida al llegar.
Por los montones de amor que dejabas en el cajón junto a la ropa planchada.
Gracias por tu paciencia infinita ante mis indecisiones.
Por ir ahorrando cada mes para darme esos euros a escondidas cada vez que volvía y vuelvo a casa, los necesite o no.
Gracias por ser la persona a la que le importan mis cosas mucho más que a mí misma.
Gracias a Dios (sea quien sea) por permitir que me sigas dando todo eso.
GRACIAS MAMÁ… Mi amor por ti también es infinito.